NUEVA HISTORIA ARGENTINA , TOMO 1: LOS PUEBLOS ORIGINARIOS Y LA CONQUISTA. EDITORIAL SUDAMERICANA
La inclusión, en la colección de la Nueva Historia Argentina, de un tomo que trata el pasado prehispánico es un suceso relevante que, esperamos, produzca una serie de hechos beneficiosos. En el ámbito teórico implica un propósito explícito de eliminar la ruptura epistemológica y disciplinar entre la historia y la arqueología. A pesar de que existen varios intentos previos, la brecha que se abrió en el siglo XVI en distintas regiones de lo que hoy es la nación argentina ha producido, en el abordaje de los procesos históricos, una serie de cortes artificiales con el tratamiento de los respectivos objetos de estudio como si fueran de naturaleza diferente y, de alguna manera, inconexos. Sin duda esto no está desprendido de la forma en que se produjo el fenómeno colonial en estas regiones y de las bases sobre las que luego se constituyó el Estado-nación, en la segunda mitad del siglo XIX. La expresión "conquista del desierto", ampliamente arraigada en nuestro país, no es casual sino que muestra la postura dominante de desconocer la existencia de pueblos originarios en los territorios indígenas y, por ende, afirmar la legitimidad de la ocupación de la tierra. Otro de los aspectos se relaciona con el hecho de que el pasado criollo y americano muy raramente es considerado como parte de las raíces culturales y, por lo tanto, de la historia nacional; a diferencia de otros Estados, como México y Perú, donde el aporte indígena fue tan fuerte y evidente, que fue utilizado como aspecto primordial y fundacional del sentido nacional. Esta falencia ha producido consecuencias no deseadas en la educación y en la valoración de nuestro patrimonio cultural. Por estas razones, tanto en el título del tomo "Los pueblos originarios y la conquista" como en su estructura, se ha privilegiado un enfoque que ponga de relieve el poblamiento y la ocupación de los diversos territorios, desde al menos 13.000 años, por poblaciones nativas que desplegaron un aprovechamiento creativo de ambientes y recursos, generando modalidades y formas diversas de los que dan cuenta los distintos capítulos del tomo. También se pone el énfasis en la época de cambio en las formas de vida que representó la incorporación, entre 4.000 y 2.000 años atrás, de la producción de alimentos en vastas regiones del norte y centro de nuestro país, así como las situacio- nes de complejidad social creciente que se dieron en los últimos mil años antes de la entrada europea. La conquista se refiere especialmente a la penetración y dominación europea a partir del siglo XVI, pero también alude a la conquista previa de los territorios norteños por parte del Inca, el gran estado andino que se expandió por las tierras de Chile y la Argentina hasta la altura de Mendoza y Santiago. Por último, toma en cuenta el proceso colonial que poco a poco fue avanzando sobre los pueblos nativos hasta incorporarlos a su sistema económico, con todos los efectos de desestructuración y cambio que esto implica. Por estas razones es que hemos optado por finalizar el tomo de arqueología con un capítulo que destaca el dinamismo y la creatividad de la sociedad y la economía indígenas a través de la frontera, esta vez abordándolas fundamentalmente a partir de documentos escritos. El intento no ha sido fácil. La forma de trabajo y el tipo de evidencias que utilizan los arqueólogos para reconstruir la vida de las sociedades antiguas es de naturaleza muy diferente a la modalidad de trabajo y el discurso de los historiadores. Compatibilizar estas dos vertientes implicó guiar a los autores en el empleo de un lenguaje comprensible para el público en general, y a que procuraran dar una visión del estado de la cuestión, sin entrar en las múltiples discusiones que se suscitan en el campo arqueológico al presentar los datos, desde la apropiada utilización de las fechas que se obtienen por métodos radiométricos, y su equivalencia en años, hasta las diversas interpretaciones a las que los investigadores pueden arribar según el marco teórico desde donde parten. No obstante esta forma de expresión, no se dejó de lado la rigurosidad científica en el tratamiento de los temas. Otro problema endémico de la arqueología es la escasez de evidencias materiales acerca de muchos aspectos de la sociedad y, sobre todo, de la participación individual de los actores en los procesos históricos prehispánicos. A veces es muy difícil elevarse a esos niveles desde tan sólo residuos materiales dejados en la tierra, como resultado de la vida diaria y del trabajo de esas sociedades. A medida que vamos hacia atrás en el tiempo, más escasos y sutiles son los rastros de la gente en el espacio. Por otro lado, la investigación arqueológica ha tenido por razones históricas, a veces muy dolorosas, diverso y desigual desarrollo en las distintas regiones del país. Inicialmente, en la primera mitad del siglo, tuvo un auge la exploración del Noroeste argentino y Cuyo. El énfasis ha pasado en los últimos trein12 ta años a la Patagonia y a La Pampa, lo que ha producido un desarrollo del conocimiento en esas zonas, aunque en la última década han vuelto a resurgir los trabajos en la primera. Otras áreas han recibido menos atención de las instituciones y los investigadores, como las Sierras Centrales y el Nordeste, deuda que deberá ser saldada en los próximos años. La organización de los capítulos ha tratado de que la historia prehispánica de las distintas regiones esté representada y que siga un orden cronológico, desde los más antiguos cazadores hasta la dominación hispánica, para que se destaquen los procesos de cambio. El primer capítulo, a cargo del reconocido investigador Carlos Aschero, trata en una apretada síntesis, de la conquista del territorio y su paulatina ocupación por parte de grupos de economía cazadora recolectora en la Patagonia continental y en los Andes de Argentina. El capítulo II es responsabilidad de Gustavo Politis, otro investigador que ha contribuido en gran medida al desarrollo actual de la arqueología pampeana. Seguir a las poblaciones en su largo proceso de desarrollo en las sierras, en la pampa seca, y en la llanura que rodea a lo que hoy es Buenos Aires, creo que puede resultar de sumo interés para muchos lectores. El tema de los pueblos del Litoral fluvial y del Nordeste ha estado a cargo de Carlos Ceruti, uno de los esforzados estudiosos de esta región tan postergada en las últimas décadas. Del mismo modo que en los dos capítulos iniciales, abarca un lapso de al menos 10.000 años de ocupación y trae a discusión ciertos conceptos que se generaron en los estudios e interpretaciones históricas. Dos investigadores jóvenes de la Universidad Nacional de Córdoba, Mirta Bonnin y Andrés Laguens, aceptaron el reto de realizar una síntesis de la problemática de las Sierras Centrales y Santiago del Estero, en las distintas instancias de su pasado precolombino. El tema agrario es de sumo interés a escala americana, porque implicó intrincados procesos de cambio en la forma de vida cazadora recolectora que imperó, durante miles de años, a nivel mundial y del continente. La posibilidad de conocer y valorar la tecnología aplicada en el uso de los suelos y del agua por las sociedades del pasado ha estado a cargo de María Ester Albeck, una investigadora pionera en este tema dentro de la arqueología nacional y sobre el cual queda mucho por investigar. Veremos en el capítulo V cómo numerosas sociedades de carácter aldeano poblaron distin- tos ambientes del Norte argentino produciendo una diversidad cultural que, desde hace tiempo, ha llamado la atención de estudiosos de la cultura y el arte, como las conocidas obras de Condorhuasi, Ciénaga y Tafí. El capítulo VI, a cargo de José Antonio Pérez Gollán, recorre un tema de gran interés como lo es la religiosidad andina y los procesos de jerarquización social que estuvieron implicados en el surgimiento y la evolución del complejo social conocido como La Aguada. El capítulo VII, de mi responsabilidad, se acerca a los procesos de desarrollo de las sociedades andinas tardías, cuyos descendientes se enfrentaron a los incas primero y, a continuación, a los españoles. Son escasas las referencias escritas sobre la dinámica de la época, pero en cambio es enorme la cantidad de vestigios que cubren los valles y mesetas del Noroeste y que atestiguan su existencia y la intensidad de la ocupación del espacio. El capítulo sobre los incas ha sido abordado por Luis R. González, quien desde hace varios años investiga los vestigios del valle de Santa María que tienen que ver con la penetración y la dominación del Estado cuzqueño, en particular la relación entre la tecnología y los procesos de cambio que se produjeron en las sociedades locales. Finalmente, el capítulo IX es el cierre que procura zanjar la brecha entre las disciplinas a partir de la cuidadosa recuperación e indagación de Miguel Ángel Palermo sobre la rápida y creativa incorporación, por parte de los pueblos indígenas, de plantas y animales del Viejo Mundo, así como las pautas y costumbres que les resultaban apropiadas y cuya adopción no fue ni azarosa ni casual. Seguir las modalidades y el comportamiento de los pueblos en las tierras bajas, a través de cuatro siglos, es fascinante y nos permite comprender más profundamente la conformación del "criollo" en los distintos ámbitos de la Argentina. Toda síntesis supone selección y recorte de los datos. Somos conscientes de algunos temas que no están presentes, por problemas de espacio y por el tratamiento que pudieron realizar los autores en los respectivos capítulos. Sin embargo, quiero destacar aquí el esfuerzo colectivo que se puso en juego y que exigió un considerable trabajo, tanto del coordinador general como de cada uno de los participantes, por lo cual quiero agradecer expresamente la creativa colaboración. Esperamos que la línea elegida responda a 14 las expectativas de los lectores, permitiéndoles acercarse de otra manera a la historia de nuestro país y que su lectura los conduzca, en último término, a nuevas preguntas y abordajes.
Capitulo II. Los cazadores de la llanura. Gustavo G. Politis
Capitulo III. Rios y praderas. Los pueblos del Litoral.
Carlos N. Ceruti.
Capitulo V. La vida agraria en los Andes del Sur. María E.
Albeck.
Capítulo VI. El Jaguar en llamas (La región en el antiguo
Noroeste). Antonio P. Gollán.
Capitulo VII. Chacras y Pukara. Desarrollos sociales
tardíos. Myriam N. Tarrago.
Capitulo VIII. La dominación Inca. Tambos, caminos y
santuarios. Luis R. Gonzáles.
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